Primero fue la cumbre del 8 de marzo en Buenos Aires, organizada por el periódico The Economist (propiedad de la Banca Rothschild), la “Argentina Summit 2017” realizada en el Alvear Palace Hotel. Los dos temas más importantes de este encuentro fueron la explotación de Vaca Muerta en Neuquén y el litio en Salta y Jujuy. Ya en enero de 2016 The Economist había posado su mirada en el recurso del litio en la región, “un metal cada vez más precioso”.
La envergadura del encuentro la marcan sus asistentes. Entre otros participaron: María Eugenia Vidal (la promesa de sustentabilidad del proyecto PRO), Juan José Aranguren (el delegado de Shell en el gobierno), Noriteru Fukushima, embajador de Japón en la Argentina, el director del Banco Mundial para el Cono Sur, Jesko Hentschel y la plana mayor del gobierno: Marcos Peña, Nicolás Dujovne, Susana Malcorra. Por el empresariado participaron, entre otros: el miembro del elitista Council of the Americas, Gustavo Grobocopatel; el presidente de la Sociedad Rural, Luis Miguel Etchevehere; el ex presidente de Chile, Sebastián Piñera e Israel Gloger, representante de los laboratorios británicos Glaxo.
The Economist presentó el encuentro afirmando que “La Argentina envió una señal de que el país está de vuelta en la escena global y abierta para los negocios”, pero alerta: “la inflación sigue siendo excesivamente alta, el déficit fiscal del país es grande y su panorama político está fragmentado“. Este problema de la “fragmentación política” volvería a tratarse en Londres y no es un tema menor, ya que hace a la sustantabilidad o no del proyecto que ofrece Macri de total despojo de los recursos argentinos por parte de las corporaciones británicas.
Ya el 23 de febrero de 2017, Aranguren había logrado que Shell (propiedad de las coronas de Gran Bretaña y Holanda) se quedara con un área de explotación de Vaca Muerta de 204 kilómetros cuadrados, conocida como Bajada de Añelo. Shell invertirá en ese sitio, de acuerdo al convenio, unos U$S 300 millones de dólares. La concesión más importante desde que en agosto de 2015 el gobierno de la Provincia de Neuquén le concedió los yacimientos de Sierras Blancas y Cruz de Lorena, que tienen una extensión de 325 kilómetros.
Para ello se usará como pantalla a YPF que solo aportará el 2,4% de la inversión. Esta concesión deja chica a la anterior entregada por Aranguren a Shell en julio de 2016, en la zona de Coirón Amargo, también en Vaca Muerta.
onvenida ya la entrega del petróleo y el gas de una parte importante de Vaca Muerta a las coronas inglesa y holandesa a través de Shell, ahora los proyectos apuntan a la entrega del litio, el “petróleo blanco”, el mineral que multiplicó exponencialmente su precio en los últimos años por ser el elemento esencial para acumular energía: forma parte de las baterías de computadoras, celulares y autos eléctricos. Y Argentina tiene uno de los mayores yacimientos del mundo (con unas 850 millones de toneladas métricas, más del 60% mundial, con Bolivia el porcentaje se eleva al 96%).
La tonelada de litio tenía un precio de 1.670 euros en 1998, mientras que para 2017 alcanza hasta 8.600 euros. Basta multiplicar las 850 millones de toneladas por los 8600 euros por tonelada para comprender la dimensión económica de este yacimiento.
El uso del litio en las baterías de los autos híbridos y eléctricos comenzó hace ya unos años y la japonesa Toyota es una de las principales interesadas, eso explica la presencia destacada del embajador japonés en la Argentina, Noriteru Fukushima, en la reunión del 8 de marzo organizada por The Economist.
El consumo en la última década de este mineral se multiplicó por 10.
El que explicó esto habría sido Ken Haddow, representante de la minera transnacional Rio Tinto, segunda compañía minera mundial por capitalización bursátil y líder mundial en la extracción de carbón, diamantes y varios metales, entre ellos: aluminio, oro, plata, hierro, cobre, dióxido de titanio y uranio. Rio Tinto tiene sus bases en Gran Bretaña, Australia y Canadá. Fue fundada en 1873 y es propiedad de la Banca Rothschild.
Río Tinto / Rothschild había planeado instalarse en la Argentina en 2007 e invertir U$S 735 para el proyecto de minería de potasio por 40 años en Mendoza en las nacientes del Río Colorado, conocido popularmente como “Potasio Río Colorado”. La idea era exportarlo a Brasil como fertilizante para los campos de soja, a través del puerto de Bahía Blanca. El representante en aquel momento había sido precisamente Ken Haddow. El problema para que no se concretara la obra no habría sido “el kirchnerismo” sino la oposición popular a la misma, dado el probable daño ambiental al Río Colorado ocasionado por las dimensiones que tendría la actividad minera y la posibilidad de contaminar el río con potasio. Finalmente, y tras la crisis global de 2008, Río Tinto terminó vendiendo el proyecto a la minera brasileña Vale.
Rio Tinto también se fue de la Argentina en 2012, cuando vendió a Orocobre LTD la mina Tincalayu de borato, en la provincia de Salta, la de mayor extracción de borato de América del Sur.
Parece que con el nuevo gobierno argentino, agasajado por The Economist, la Banca Rothschild y su minera Río Tinto quieren una revancha en la posibilidad de agrandar sus negocios y saquear los recursos del país.
El 23 de marzo de 2017, tres días después de la cumbre en Londres, el gobierno nacional anunció que Orocobre invertirá U$S 160 millones en la extracción de litio y que la canadiense Enirgi Group Corporation invertirá U$S 720 millones en la extracción del mismo mineral en Salar del Rincón, Salta, para procesar 50.000 toneladas por año.
Según sus balances, el principal accionista de Orocobre es el banco británico HSBC y llamativamente parece una empresa constituida ad-hoc para la Argentina. No extraña la presencia del HSBC detrás de muchas de estas corporaciones ya que es un banco históricamente ligado a la corona británica y a la banca Rothschild (una relación que siempre se buscó ocultar, pero que en 2015 terminó saliendo a la luz cuando el HSBC tuvo que plantear una serie de reestructuraciones).
Para el analista Atilio Boron, la entrega del litio argentino “forma parte de una iniciativa de Estados Unidos para apropiarse de los recursos naturales de Sudamérica y, especialmente, de esta parte del continente. El noroeste es una región muy rica en litio, para los norteamericanos uno de los recursos estratégicos del siglo XXI (…) habrá una fuerte presencia militar y de agencias estadounidenses en la región y, probablemente, se avance en la instalación de una base militar en la Triple Frontera”, donde los intereses convergen con el acuífero guaraní, una de las mayores reservas de agua potable del planeta.
Por su parte, Rodolfo Tecchi, exdirector de la Agencia de Promoción Científica y Tecnología del Ministerio de Ciencia de la Nación de Argentina, opina que “No llegará el desarrollo a nivel local. Si lo único que queda de la explotación del litio son las regalías mineras y unos pocos puestos de trabajo, va a ser preferible preservar los salares para alguna otra actividad futura”.
Según la doctora en Ciencia Política y asesora de la Secretaría General de UNASUR, Mónica Bruckmann, “se estima que el litio inicia su ciclo en el año 2006 y tendrá un horizonte de uso intensivo hasta los años 2035 – 2045”. O sea que, en apenas dos o tres décadas se agotará el potencial económico de este recurso estratégico. “La disputa global por el litio, debido al crecimiento abrupto y sustentado de su demanda” creará “nuevas tensiones en la región andina de América del Sur (…) los intereses en juego son colosales”.
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