2.155 años después la historia no ha cambiado en nada. Bueno si, ahora en vez de comida barata nos dan comida basura.
Es increíble como el “hombre moderno” del siglo XXI todavía se atreve a decir que somos la especie más inteligente que a habitado el planeta tierra, yo diría que somos los más inútiles e ignorantes. ¿No me crees? vete un fin de semana a un estadio a ver un partido de fútbol.
Defender a 11 jugadores que llevan una camiseta con el escudo de algún lugar con uñas y dientes es una insensatez. ¿A caso crees que ese jugador, del equipo que sea, siente algo por tu equipo? si, claro que siente, el cobrar una cantidad de dinero X todo los meses, porque de ello estoy seguro, si no cobra no juega.
Mientras tú lo alagas y le besas el culo si hace falta, lo que no sabes es lo que el piensa de ti o de tu equipo, que será lo mismo que cuando lo fiche otro club.
Ojo, que no estoy diciendo que porque te guste el fútbol seas un insensato, no. A lo que me refiero es a esos fanáticos que sin tener para comer compran una entrada de 200€ y luego no hacen más que decir que hay que ver que mal están las cosas y que nos están robando, que no tienes trabajo, pero que por tu equipo lo que sea. En fin, ejemplos hay para aburrir, tan solo tienes que poner un rato la caja tonta y ver el informativo de los deportes (caja tonta = TV)
Divide y vencerás
La rivalidad entre nosotros es tal que siendo del mismo país, incluso de la misma especie, existe un odio entre las diferentes comunidades españolas o provincias que es increíble (recordemos que el ser humano es la única especie del planeta que mata a los de su propia especie simplemente por estupidez).
Hay una presencia más oscura y más cotidiana del fútbol, y por eso mismo más imperceptible: la función que desempeña el fútbol en la ingeniería social del Nuevo Orden Mundial, la impactante influencia del fútbol en todos los aspectos de la sociedad moderna, la utilización del fútbol como potente herramienta con la que el mass-media hace su trabajo de control mental e hipnosis de masas.
Esta importancia del fútbol va más allá de la función del clásico “circenses” para el pueblo o, al menos, nunca antes ninguna fuerza imperial dispuso de los potentísimos medios de los que se sirve este moderno coliseo global.
Si el fútbol fuera un juego, nada alrededor del mismo podría ser cuestionable. Sería tan sólo un entretenimiento, y nadie sería tan ingenuo como para atacar una inocente distracción lúdica. Nada hay de insalubre en la diversión (al contrario), tampoco en el entretenimiento, ni en la distracción. Por nuestra parte, no encontramos nada censurable en que una persona se entretenga con un partido de fútbol; no obstante, el hecho de que millones de personas aparenten elegir el mismo partido de fútbol como único entretenimiento posible, puede parecer sospechoso…
Más sospechoso aún resulta que los noticiarios televisivos y periódicos dediquen al menos un tercio de su tiempo y espacio al fútbol. Muchísimo más sospechoso resulta que ciertos partidos de fútbol sean verdaderos “actos oficiales” a los que asisten jefes de estado, primeros ministros y familias reales. Pero, en verdad, lo que supone ser delatador es comprobar la brutal huella que ha dejado el fútbol en la sociedad moderna, la función que aquel tiene en esta, y la cantidad de energía que moviliza algo en apariencia tan inocente como un juego. He aquí la primera declaración: el fútbol no es un juego. Todo lo aquí expuesto está lejos de ser un juego.
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