miércoles, 21 de junio de 2017

TODO LO QUE DEBES SABER SOBRE LA COMISION TRILATERAL

 
Comisión Trilateral: En alianza con el Club Bilderberg, la Comisión Trilateral también juega un papel vital en el Nuevo Orden Mundial de utilizar la riqueza, concentrarla en las manos de unos pocos, para ejercer el control de mundo. Los miembros de la Trilateral intercambian sus puntos de vista y todos apuntan hacia la indiscutible dominación mundial.

Fundada en 1973 y con sede en Washington, sus poderosos miembros de Estados Unidos, la Unión Europea y el Asia Oriental buscan el objetivo fundacional de crear un “Nuevo Orden Económico Internacional”, ahora simplemente un “Nuevo Orden Mundial” dirigido por las elites globales de estas tres partes del mundo con muy pocos miembros admitidos provenientes de otros países.

La Trilateral reúne a personalidades procedentes de países como Argentina, Chile, Ucrania, Israel, Jordania, Brasil, Turquía, China y Rusia. En su obra, “La Trilateral a lo largo de América”, Antony Sutton considera que el objetivo de la Trilateral es colaborar con los miembros del Club Bilderberg y el Consejo de Relaciones Exteriores en “el establecimiento de metas de políticas públicas para ser aplicadas por los gobiernos de todo el mundo”.

Han acudido en alguna ocasión directivos españoles como Nemesio Fernández Cuesta, consejero delegado de Repsol; el abogado y financiero; Antonio Garrigues Walter; el empresario, Alfonso Cortina; Ana Patricia Botín, presidenta de Santander UK; y el ex ministro del PP, Abel Matutes.

en julio de 1973 hacía su presentación oficial la Comisión Trilateral, un organismo de carácter privado que su más destacado ideólogo, Zbigniew Brzezinski, iba a definir como "el conjunto de potencias financieras e intelectuales mayor que el mundo haya conocido nunca".

Después de varias reuniones del Comité Ejecutivo, en las que se estableció una declaración de principios y se trazaron las líneas maestras de la organización, en mayo de 1975 tuvo lugar en la localidad japonesa de Kyoto la primera sesión plenaria de la Trilateral. Los delegados asistentes a la misma representaban en su conjunto alrededor del 65% de las firmas bancarias, comerciales e industriales más poderosas del planeta.
 
Figuraban entre ellos los máximos dirigentes de:

las bancas Rothschild y Lehmann
del Chase Manhattan Bank
de las multinacionales:
Unilever
Shell
Exon
Fiat
Caterpillar
Coca Cola
Saint-Gobain
Gibbs
Hewlett-Packard
Cummins
Bechtel
Mitsubishi
Sumitono
Sony
Nippon Steel, etc.
...así como los mandatarios de varias Compañías públicas nacionalizadas de proyección multinacional.


En definitiva, los mayores productores mundiales de petróleo, de acero, de automóviles y de radiotelevisión, y los principales grupos financieros del planeta estaban en manos de miembros activos de la recién creada Comisión Trilateral.

Con el transcurso del tiempo y las sucesivas incorporaciones, la concentración de grandes firmas en el seno de la Comisión iría a más. Los dos temas que constituyeron el objeto central de aquel encuentro no podían llevar títulos más expresivos:
"La distribución global del Poder"
"Perspectivas y asuntos claves de la Comisión Trilateral"
El organigrama de la Comisión se articula atendiendo a las tres regiones hiper-desarrolladas del globo para las que fue concebida, esto es, América del Norte (EEUU y Canadá), Europa y Japón..Cada una de estas tres zonas dispone de un Comité Ejecutivo que, entre otras cosas, se encarga de elaborar la relación de empresarios, políticos, sindicalistas, académicos y dirigentes de medios de comunicación considerados idóneos para su incorporación a la entidad; todos ellos constituyen la base sobre la que se levanta la estructura piramidal de la Comisión.

El órgano supremo trilateralista es el Comité Directivo Mundial, presidido por David Rockefeller e integrado por los presidentes, los diputados presidentes y los directores de cada una de las tres grandes zonas en que está implantada la organización. Dado que la extensa nómina de miembros de la Comisión Trilateral ya fue expuesta en un trabajo precedente, no parece oportuno reproducirla nuevamente.

Aquí bastará con significar que entre sus integrantes se encuentran indistintamente individuos adscritos tanto a la derecha como a la izquierda política, por emplear una terminología que, si bien carece de significado en lo esencial de los planteamientos de unos y otros y en la práctica de los hechos, resulta de uso obligado en el terreno de lo convencional.

Tampoco estará de más referirse a las inclinaciones pseudoesotéricas manifestadas por los promotores de esta organización, inclinaciones que han incorporado a la simbología de la misma.

En efecto, el emblema de la Comisión consiste en un círculo periférico dividido en tres trazos de los que parten otras tantas flechas que convergen en un círculo interior.

Se pretende con ello reflejar el clásico arcano de la Unidad que se despliega en el dos y en el tres, y a la que, a su vez, se llega por medio de éstos; simbología que, en este caso, no es más que una siniestra parodia tras la que nada se encuentra que no sea el culto al demiurgo inspirador de la religión "humanista" del poder y del dinero, que es el culto que se oficia en los aerópagos del Nuevo Orden Mundial. 

En cuanto a los objetivos de la Comisión, éstos se componen de una amalgama de enunciados teóricos y de planteamientos prácticos sin ninguna relación entre sí. Se trata, pues, de separar la retórica de la realidad, cosa que tampoco reviste excesiva dificultad.

Entre los primeros figuran los consabidos estereotipos característicos de la demagogia oficial.

La declaración trilateralista enunciada en el World Affairs Council de Filadelfia (24-10-1975) ofrece una buena muestra de lo dicho:
"Todos los pueblos forman parte de una comunidad mundial, dependiendo de un conjunto de recursos. Están unidos por los lazos de una sola humanidad y se encuentran asociados en la aventura común del planeta tierra.... La remodelación de la economía mundial exige nuevas formas de cooperación internacional para la gestión de los recursos mundiales en beneficio tanto de los países desarrollados como de los que están en vías de desarrollo"
Efectivamente, desde que fuera creada la Comisión Trilateral, y después de veinte años de "distribución" de los recursos mundiales, éstos son acaparados en más de un 80% por los países pertenecientes a la órbita de la Comisión, países que apenas representan en su conjunto el 10% de la población mundial. 

Prescindiendo de las declamaciones altisonantes y de los efectismos hipócritas, lo cierto es que uno de los objetivos para los que fue creada la Comisión se basa justamente en lo contrario, esto es, en consolidar la hegemonía del bloque desarrollado sobre los países del Tercer Mundo y en impedir que éstos puedan obstaculizar el futuro de ese predominio.

De ahí que una de las primeras propuestas del ideólogo trilateralista Z. Brzezinski, consistiese en,
"el establecimientos de un sistema internacional que no pueda verse afectado por los "chantajes" del Tercer Mundo"
En ese mismo sentido se manifestaría durante la cumbre de Kyoto de 1975, donde señaló explícitamente que, "el eje esencial de los conflictos ya no se sitúa entre el mundo occidental y el mundo comunista, sino entre los países desarrollados y los que aún no lo están", ...una declaración que reflejaba adicionalmente la doctrina desarrollada por la Comisión Trilateral en sus relaciones con el bloque marxista.

En efecto, las reuniones plenarias de la Trilateral contaron desde el principio con la asistencia de una delegación soviética, habida cuenta que los analistas de la Comisión estimaban que, en su conjunto, la situación reinante en la URSS no suponía el menor impedimento para una mutua comprensión.

Muy al contrario, los expertos trilateralistas calificaron como "óptimo" para los objetivos de la Comisión
"el gran conjunto económico soviético, donde se afirma la concentración de fuertes unidades de producción que, aunque todavía nacionales, operan con fundamentos y capacidad de acción multinacional".

Ignorando, pues, la situación interna de la Unión Soviética y sus violaciones sistemáticas de los cacareados derechos humanos, ya que lo contrario, según Brzezinski, no haría sino obstaculizar una futura y más estrecha colaboración, y bajo el eslogan "el comercio es la paz", los diversos trusts económicos integrados en la Trilateral mantuvieron un lucrativo negocio con la extinta URSS y sus satélites, procurándoles todo tipo de equipamientos industriales, sistemas electrónicos, productos petroquímicos, cereales, etc.

La magnitud de esas operaciones crediticias y comerciales implicaba, como consecuencia adicional, una dependencia casi absoluta del régimen soviético respecto del área de implantación de la Comisión Trilateral , sumamente interesada, a su vez, en no malograr con humanitarismos extemporáneos tan importante mercado.


Por otro lado, la situación hacía perfectamente tolerable el enfrentamiento indirecto entre ambos bloques y sus guerras en el Tercer Mundo, siempre y cuando se mantuviesen en un nivel que no perturbara los intereses de las grandes potencias en el plano internacional. Una confrontación, por lo demás, que nunca fue más allá de las habituales pugnas limítrofes entre ambos bandos en sus respectivas zonas de influencia, y que resultaba necesaria, además, para dar salida a sus excedentes armamentísticos y para justificar su industria militar.

Pero el caballo de batalla de la Comisión Trilateral, y aquí ya entramos de lleno en sus motivaciones esenciales, es la interdependencia, un concepto que, en la práctica, no es sino el elemento básico en torno al cual se articula la tesis y el propósito fundamental de la organización, a saber, el Gobierno Mundial.

La idea según la cual los Estados nacionales deben renunciar a su soberanía en aras de un proyecto supranacional, controlado e instrumentalizado, naturalmente, por los cónclaves plutocrático-tecnocráticos, aparecía ya esbozada en un comunicado emitido por el Comité Directivo de la Trilateral a raíz de la cumbre de 1975:
"La comisión Trilateral espera que, como feliz resultado de la Conferencia, todos los gobiernos participantes pondrán las necesidades de interdependencia por encima de los mezquinos intereses nacionales o regionales".
Posteriormente, las manifestaciones en ese mismo sentido, pero expresadas ya de forma más explícita, se han venido sucediendo como algo habitual. A título de muestra, bastará con citar algunas de ellas.

El propósito fundamental de dichas reuniones, en las que oligarcas y pseudocontestatarios de izquierdas confraternizan y hacen causa común, se centra en lograr que aquellas posiciones que en principio pudieran ser divergentes confluyan finalmente en un punto básico de entendimiento común, cosa, por lo demás, nada difícil de conseguir entre individuos que, en lo esencial, comparten una misma mentalidad.

Por derroteros similares se desenvuelve el Club de Roma, nacido en abril de 1968 a instancias de Aurelio Peccei, miembro destacado del Bilderberg Group, del comité directivo de la empresa FIAT y del consejo de administración del Chase Manhattan Bank; el perfil característico, como se podrá comprobar, del filántropo benefactor.

Desde que fuera creado, este organismo se ha distinguido por sus informes apocalípticos sobre el crecimiento demográfico, informes elaborados en la línea del más puro fabianismo malthusiano y en los que se aboga por un drástico control de la natalidad, en estrecha conexión con las campañas proabortistas promovidas por las Fundaciones Ford y Rockefeller.

Lo malo es que los artificiosos planteamientos y los errores de bulto del programa elaborado por el Club en "Los Límites al Crecimiento", han sido contundentemente refutados por varios especialistas (Alfred Sauvy entre ellos) ajenos a los abrevaderos oficiales.

Después, varios de esos errores de bulto han sido reconocidos por el propio Club de Roma, aduciendo que tan solo se trataba de elementos de provocación.  En 1981 el Club de Roma auspició la creación de un organismo apéndice cuyo cometido sería proyectar "una nueva humanidad".

Tras varios días de debates en la Universidad Gregoriana de Roma, un feudo de la Orden jesuita propuesto por ésta como marco del encuentro, nació el Forum Humanum, cuyo principal patrocinador económico ha venido siendo desde sus inicios la multinacional FIAT.

Entre los postulados ideológicos sostenidos por el Club de Roma para alumbrar esa "nueva sociedad" figura, cómo no, la necesidad de implantar un Gobierno supranacional.

En ese sentido se han manifestado reiteradamente sus más destacados dirigentes, desde el ya fallecido Aurelio Peccei, quien en su momento significó que "uno de los mayores obstáculos para el progreso de la humanidad es el concepto de la soberanía de cada nación", hasta su discípulo y sucesor en la jefatura del Club, Alexander King, según el cual "la sociedad mundial requiere una única dirección, un gran capitán que guíe la tierra hacia un destino común".

Ni el Gran Hermano de la pesadilla orwelliana se habría expresado mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario