domingo, 13 de agosto de 2017

La Gran Estafa Historia del Socialismo



El socialismo latinoamericano del siglo XXI es la causa común de personajes con antecedentes tan disparejos como Hugo Chávez (teniente-coronel golpista, egresado de una escuela militar donde le enseñaron el comunismo que luego pulió en el Foro de Sao Paulo, a los pies de Fidel Castro), Evo Morales (indígena boliviano, impulsado al poder por la nefasta guerra contra las drogas de Washington) y Rafael Correa (comunista ecuatoriano, con un doctorado en economía de la Universidad de Illinois).

La gran pregunta es por qué éste es el tipo de gente que gana las elecciones en la América Latina en el siglo XXI. No pretendo saber toda la respuesta a tal pregunta, pero sí creo que parte de ella es que los extremistas latinoamericanos (los nuevos nazi-comunistas) están dispuestos a jugárselas todas, en parte porque no tienen nada que perder sino sus harapos, mientras que el premio de la victoria es la inmensa riqueza mal habida y el poder infinito de personajes como Chávez.

Quienes tienen mucho que perder son bastante más cuidadosos. Además, los grandes “capitalistas” latinoamericanos muy pocas veces creen en el capitalismo, si éste se define como libre comercio e igualdad ante la ley. Sus grandes fortunas no fueron hechas compitiendo con mejores productos y servicios en un mercado abierto, sino gracias a ventajas, protecciones, financiación barata y subsidios recibidos de gobernantes intervencionistas que repartían privilegios a sus amigos y “defendían” al país de importaciones baratas y de la competencia de empresas multinacionales.

Y los ricos no hacían olas porque siempre podían viajar a Miami a comprar o disfrutar lo que no se ofrecía en su país.

Parece, entonces, que seguirá aumentando la fuga de cerebros y de mano de obra latinoamericana en la misma medida que se multiplican las restricciones a la libertad de empresa y así veremos crecer aún más el número de compatriotas no dispuestos a que su futuro sea determinado por un burócrata o el político de turno en el poder.

El socialismo es una entelequia, lo que prometen sus profetas y teóricos ni se ha materializado, ni jamás se materializará. Cuando se intenta imponerlo en algún rincón del mundo, sus partidarios pasan por tres etapas:

Adorar al líder sobre todas las cosas;

Inventar causas míticas para los desastrosos efectos del socialismo;

Declarar ante el inocultable fracaso que, “no fue socialismo”.

No todos llegan a la tercera. Los que se quedan en la segunda se especializan en ocultar, negar y minimizar los crímenes del socialismo de su preferencia. Otros en llamar socialismos a economías de mercado en las que alguna vez pretendieron aproximársele, pero corrigieron el rumbo. Casi todos admiten que el paraíso en la tierra prometido por el socialismo no se alcanzó todavía. Lo notable es que siempre alcanzaron, en mayor o menor grado, el infierno en la tierra.
El problema del socialismo es que es inviable. Mises explicaba a pocos años de establecida la Unión Soviética que el cálculo económico es imposible sin precios de mercado. Los precios de mercado sintetizan lo que sería necesario saber sobre utilidad y escasez de los bienes, así como sobre las necesidades, gustos y preferencias de los individuos.

Tal información es demasiada, está dispersa, es privativa de la experiencia práctica individual, y está en constante cambio, nos aclara Hayek. Pero los precios nos permiten orientarnos muy cercano a como lo haríamos si fuera posible conocerla. El socialismo elimina la propiedad privada de los medios de producción y destruye el proceso formador de precios. Pueden los planificadores fijar lo que quieran llamar precios, no serán precios. La única información que sintetizaran será la ignorancia de los planificadores.

Toda economía socialista consume cada vez más recursos para obtener cada vez menos bienes en proporción a las materias primas, el capital y el trabajo que emplea. En economías de mercado, el empresario descubre oportunidades de ganancia, Esta es la manera más eficiente de emplear capital específico y fuerza de trabajo particular en producir lo que será más demandado.

Los empresarios compiten por especular acertadamente la demanda futura y satisfacerla empleando menos recursos que sus competidores, pero la planificación central apenas intuye la eficiencia técnica; que una maquina sea técnicamente más eficiente no implica que será más rentable.



¿Por qué es popular entre intelectuales, políticos y gente común tan falsa y destructiva doctrina? Son varias las causas: entre las que personalmente más he estudiando está que se trata una doctrina política que cuyo axioma moral es la justificación de la envidia. Hay un anhelo primitivo de igualdad irracional que los ideólogos socialistas comprendieron y explotaron muy bien.

Pero al final, esa y otras causas se reducen a que el socialismo es una entelequia. Los socialistas se empeñan en comparar la realidad del capitalismo con el ideal socialista, no con la realidad socialista. Los socialistas se empeñan en identificar los males que la parte intervenida, estatizada y sobre-regulada de las economías capitalistas origina con el mercado libre. Los socialistas se empeñan en presentar los resultados que el mercado libre ha permitido en libertad, prosperidad y diversidad, como resultado de “sus esfuerzos” contra el libre mercado.

La realidad de sus esfuerzos, es que de ser exitosos en algo, sería en transformar sociedades libres, ricas y diversas en desiertos grises de miseria material y moral. Los socialistas mienten. Mienten muy bien. Sus mentiras son dulces en los oídos de los débiles, los mediocres y los envidiosos. Señalan el camino al infierno prometiendo el paraíso sin esfuerzo. La mayoría aceptará encantada cerrar los ojos hasta que sea tarde.

El socialismo es una estafa y la naturaleza humana facilita la estafa. No es en su buena fe, sino en su mala fe que se sorprende usualmente al estafado. Si el estafador promete lo que no puede ser verdad, se quiere creerle contra su propio sentido común. Admitir el error y la envidia es duro. Y salvando el amor propio a costa de la verdad, el error sobrevive en la esperanza del imposible contra toda evidencia.

La unica mano que mese la cuna:




1 comentario:

  1. Excelente análisis, aunque se le pudo haber agregado más información.

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