Las conferencias anuales que reúnen a las poco más de cien personas más influyentes del mundo no han dejado de ser el centro de teorías de la conspiración desde que se reunieran por vez primera en los Países Bajos en 1954. El Club Bilderberg está integrado por algunos inversores internacionales, banqueros, dueños de los principales medios de información, políticos y miembros de la realeza, mientras que otras personas acceden a las reuniones por invitación. Las conclusiones de estos foros nunca se han hecho públicas.
Todo está aquí: la historia del terrorismo promovido por los gobiernos, el actual control de la población a través de la manipulación y el miedo y, lo más espantoso de todo, los proyectos futuros del Nuevo Orden Mundial.
Sé que es cierto que las personas y las organizaciones no son ni absolutamente «malas» ni absolutamente «buenas». Sé que dentro de ellas, al igual que ocurre con cada uno de nosotros, existen necesidades de supervivencia, dominio y poder luchando contra las necesidades de filantropía y de amor por dominar su comportamiento. Pero parece que en el Club Bilderberg prevalecen (aunque no sea de forma absoluta) las necesidades de poder. Estos matices de ninguna manera restan importancia a la terrible situación de alienación a la que nos están llevando.
Soy consciente de que «los amos del mundo» también harán cosas constructivas en su vida (unos más y otros menos); aunque, como ya se encargan ellos de hacer pública esta información a través de los medios de comunicación, la he obviado en mi libro: me he centrado en ese otro «lado oscuro» irreconocido, secreto y perverso de los miembros del Club.
También es evidente que algunas de las personas que están en el poder tienen ideales más elevados y consistentes que las personas de las que hablo en este libro. Muchos grandes empresarios, políticos e incluso algunos de sus colaboradores están luchando por poner límites a la depravación de Bilderberg, desde fuera algunos, desde dentro otros, aunque, eso sí, de forma encubierta todos. Mi agradecimiento hacia ellos (pues suponen para mí una gran fuente de información y de ánimo) y la preocupación por su seguridad me impiden desvelar sus nombres en este libro.
Tampoco este interés por dominar al resto del mundo es una novedad en la historia de la Humanidad. Ya antes otros lo intentaron. En antiguas civilizaciones de nuestro planeta ha habido esclavitud y abusos por parte de la élite dominante. En épocas anteriores de la Historia hemos visto medidas draconianas impuestas sobre las naciones pero, lo que nunca se había visto, era un ataque como éste a los derechos de las personas y a la democracia.
El lado oscuro del Club Bilderberg - la peor maldad a la que se haya enfrentado nunca la Humanidad - está entre nosotros y usa los nuevos y amplios poderes de coacción y terror que la dictadura militar-industrial global requiere para acabar con la resistencia y gobernar aquella parte del mundo que se resiste a sus intenciones.
El desarrollo de las comunicaciones y la tecnología, unido al profundo conocimiento actual sobre ingeniería (manipulación) de la conducta, está favoreciendo que, lo que en otras épocas fueron sólo intenciones sin consumar, hoy se estén convirtiendo en realidad. Cada nueva medida, por sí sola, puede parecer una aberración, aunque el conjunto de cambios que forman parte del proceso continuo en curso constituyen un movimiento hacia la Esclavitud Total.
Durante las últimas décadas los grandes psicólogos (Freud, Skinner, Jung ... ) han sido utilizados para los fines del gobierno mundial a través de institutos como Tavistock o Stanford, organismos colaboradores del Club Bilderberg, aunque no sabemos hasta qué punto fueron éstos informados de los objetivos de dominación mundial del Club.
Las investigaciones y ensayos sobre el comportamiento humano han ido demostrando que la dominación de éste no puede provenir del castigo ni de los refuerzos negativos, sino de los refuerzos positivos. Los refuerzos negativos, si bien producen en cierta medida el comportamiento deseado por quien lo induce, van inevitablemente acompañados de sentimientos de rabia, frustración y rebeldía en las personas a las que se les aplica y por eso ese tipo de técnicas ha caído en desuso.
Los poderosos han descubierto que el refuerzo positivo es la única manera de provocar en las personas a quienes se les aplica el comportamiento deseado sin resentimientos ni rebeldía y de manera estable.
El refuerzo positivo se está aplicando al estilo de los conocidos libros Un mundo feliz, de Aldous Huxley, y Walden Dos, de B. E Skinner: darle algo positivo a la gente cuando cumple las normas impuestas por el Club, pero cerrando cualquier posibilidad de que estas normas se analicen o cuestionen.
Los amos del mundo intentan hacer que la gente se sienta «buena» y «responsable» cuando hace lo que ellos disponen; durante los últimos treinta años la población se ha vuelto cada vez más obediente y sumisa (por ejemplo, vemos últimamente cómo se está promoviendo el voluntariado, elogiando y «heroificando» a los que se unen a él, aunque su fin último sea reducir el malestar provocado en la sociedad por el desempleo y así prevenir los «disturbios sociales»).
Para saber hasta dónde pueden llegar sin que la población se subleve, están realizando múltiples experimentos, como la actual campaña contra el tabaco. Que la gente fume o no, no es algo tan importante para los gobiernos como parece. Mucho más nefasto para la salud de la población son los gases que sueltan los coches, contra los que no se hace nada.
Aunque los técnicos que aplican las campañas antitabaco crean fervientemente en su necesidad, desde arriba es sólo un experimento más sobre la sumisión de la población, y sobre el que deben estar bastante contentos con los resultados: observen lo que ocurre en el metro o en el AVE si a algún «loco» se le ocurre encender un cigarrillo.
Club Bilderberg 2017:
Al igual que el año pasado en la alemana Dresde en esta ocasión el presidente de EE.UU., Donald Trump es uno de los temas principales sobre la mesa. La agenda de aspectos que se tocarán está coronada por el epígrafe 'La Administración de Trump: un informe de progreso', recoge el sitio web oficial del encuentro.
Según el mismo, la Casa Blanca "no se la juega" y ha enviado a algunas de "las grandes figuras del equipo Trump para defender a su jefe": el asesor de seguridad nacional Herbert Raymond McMaster, el secretario de comercio Wilbur Ross y el nuevo estratega de Trump Chris Liddell. Skelton se pregunta si el mandatario estadounidense recibirá "órdenes de actuación" tras el encuentro o si, por el contrario, seguirá actuando como hasta ahora.
Asimismo, los asistentes –131 personas de 21 países han confirmado su participación– al evento debatirán también sobre 'Rusia en el orden internacional', 'La guerra contra la información', 'Las relaciones transatlánticas', 'La dirección de la UE', 'La proliferación nuclear' o 'La alianza transatlántica de defensa'. Además se abordará la realidad de China y el crecimiento del populismo, entre otros asuntos.
La batalla se está librando en este preciso instante y la dictadura global - el Gobierno Mundial Único - va ganando.
El objetivo de esta batalla es defender nuestra intimidad personal y nuestros derechos individuales, la piedra angular de la libertad.
Implica:
al Congreso de los Estados Unidos
la Unión Europea, los tribunales
las redes de comunicación
las cámaras de vigilancia
la militarización de la policía
los campos de concentración
las tropas extranjeras estacionadas en suelo estadounidense
los mecanismos de control de una sociedad sin dinero en efectivo
los microchips implantables
el rastreo por satélite GPS
las etiquetas de identificación por radiofrecuencia (RFID)
el control de la mente
su cuenta bancaria
las tarjetas inteligentes,
y otros dispositivos de identificación que el Gran Hermano nos impone y que conectan los detalles de nuestra vida a enormes bases de datos secretas del gobierno. Conciencia de Información Total. Esclavitud Total.
Los medios de comunicación del mundo son los vehículos simbólicos mediante los cuales, el juego de oferta y demanda de bienes controla a la población.
Sin embargo, no hay que esperar que la «prensa libre» dé la voz de alarma. Los medios de comunicación mundiales forman parte de la élite globalizadora, como demuestro en el capítulo «La verdadera historia del Club Bilderberg», una organización ultrasecreta que sigue siéndolo gracias a la complicidad de la prensa mundial.
En un mundo materialista, en el que los exhibicionistas se dedican al periodismo y al espectáculo (¿acaso hay alguna diferencia?), éstos se auto censurarán y satisfarán los supuestos intereses de sus amos y, a menudo con la astucia del esclavo, conseguirán complacerlos. Hay pocas o ninguna ventaja material en la honestidad o en los principios. Las ventajas materiales lo dominan todo, punto. En este contexto, las palabras se usan no como argumentos en un debate, sino para acabar con la discusión.
Y hablando de la naturaleza humana, el poder corrompe.
Corrompe a los que lo tienen. Y corrompe a los que procuran influir sobre los que lo tienen. Los medios de comunicación hace mucho que forman parte del mundo de las élites. La prensa libre es un mito porque es propiedad de los poderosos. Sólo cuando sea propiedad de muchos ciudadanos anónimos será posible la existencia de una prensa realmente libre, basada en nuestro "derecho a saber". Ésta es otra cuestión oculta: el pacto de silencio, por activa o por pasiva.
¡Los periódicos importantes y las radios nacionales y las cadenas de TV se niegan a cubrir el tema y no se atreven a hablar de él!
Ésa es la principal justificación de la existencia de una prensa libre, a pesar de todas sus imperfecciones manifiestas. Esa es precisamente la razón por la que dictadores, oligarcas, juntas militares, emperadores y tiranos a lo largo de la Historia han procurado censurar el debate y sofocar la libre diseminación de opiniones e información.
Por eso,
el Grupo Bilderberg
la Comisión Trilateral
la Mesa Redonda
el Consejo de Relaciones Exteriores
la Comisión Europea
las Naciones Unidas
el Fondo Monetario Internacional (FMI)
el Club de Roma,
...y cientos de organizaciones prefieren llevar a cabo sus gestiones a favor del público en privado.
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